26.3.19

Con motivo del Cumpleaños de mi madre Nelly Gissela Holzapfel Gross


 En un día como hoy el 26 de Marzo de 1940 nació mi madre.

Aquí comparto algunas fotos en Alemania junto a mi madre Nelly Gissela Holzapfel Gross durante las Navidades del 2010 y Enero del año 2011 en una época en la cual por fin pudo visitarme. Para mi fue una gran oportunidad. Y para ella, como madre, estaba profundamente agradecida porque por fin podia estar junto a su “querido y extrañado hijo Victor Alejandro”.

En este viaje mi madre, por fin pudo volver a verme después de muchos años de distancia física y distanciamiento emocional. Un distanciamiento que en gran medida se debió a los múltiples conflictos existentes en mi sistema familiar de origen.

Hoy con la experiencia acumulada, puedo comentar que mi migración a Europa, si bien estuvo motivada por múltiples factores, como por ejemplo, mi decepción y total desencanto por la situación política chilena durante la última década del siglo XX, así como por mis ansias por adquirir nuevas experiencias, descubrir nuevos horizontes y realizar un estudio de doctorado en el extranjero. Todo lo cual estaba en sintonía y era congruente con algunos de mis valores más importantes como: la libertad, la búsqueda del aprendizaje, el valor para enfrentarse a lo desconocido y la búsqueda de una transformación permanente, en otro nivel mucho más profundo y emocional, existía otra razón importante para mi experiencia migratoria. Esa razón y que en gran medida hoy la interpreto como una de las razones más importantes, fue una búsqueda, de una salida, un escape, una huida de mi propio sistema familiar.

En el fondo, a un nivel consciente e inconsciente, mi migración fue una huida de mis padres. De ambos, y en consecuencia una huida de mi mismo.

Hoy con la distancia del tiempo,  puedo afirmar que una huida de este tipo, nunca puede concluir bien, pues conlleva una ruptura que si no es adecuadamente trabajada, puede ocasionar muchos otros problemas. Afortunadamente yo tuve el regalo y el privilegio de abordar parte importante de estos temas con mi madre, en aquel frió invierno, pero calido encuentro.

Tal como me lo explicó en aquel entonces mi madre, en las múltiples conversaciones que tuvimos, la compresión, aceptación y perdón más importante que debemos aprender a ejercer, es la comprensión, aceptación y perdón de nosotros mismos. En el fondo soltar las amarras del Ego, y liberar todo nuestra fuerza y potencial.

Fuerza y potencial, que en gran medida viene de nuestros padres, antepasados y de nuestro sistema familiar de origen. Sin importar, los problemas y las dificultades que en ese sistema hayan existido, es tarea de uno reconciliarse con ese pasado, pues en ese acto, nos reconciliamos con nosotros mismos y a partir de ese momento, se libera una energía, que es en sí, pura energía sanadora, liberadora. Es puro amor!

En gran medida este encuentro con mi madre, significo a un nivel muy profundo y espiritual, un retorno y un proceso de reconciliación profundo con mi propio país de origen. Pues en la medida que uno está en armonía con sus padres, también está en armonía con su propio origen y raíces culturales.

En gran medida este encuentro con mi madre, se debió al resultado de un trabajo terapéutico que yo personalmente tuve la oportunidad y el privilegio de experimentar con un conocido terapeuta alemán, fundador de las constelaciones familiares, Bert Hellinger. Fue justamente durante aquel año 2010 durante un seminario de formación con él, en Frankfurt, donde tuve la oportunidad de mirar algunos rincones escondidos de mi alma e iluminarlos con la luz que mi madre siempre proyecto en mi, pero que yo había escondido en algún rincón de mi laberinto mental. Dejo constancia también de mi agradecimiento profundo a Bert Hellinger por haberme ayudado a traer a mi propia patria a mi madre, a mis propias raíces, de regreso a casa. 

Pocos meses depués de este encuentro, mi madre murió, inesperada y abruptamente!

Pero su muerte dio espacio a más luz y más vida.

Escribo este texto para dar agradecimiento a mi madre querida y como un testimonio del profundo amor que ella me dió mí, a mis hermanos. A sus padres y hermanos, amigos de iglesia e incluso a pesar de las múltiples diferencias, también tuvo un enorme corazón para darle mucho amor y perdón a mi propio padre.

Dresden, 26 de Marzo 2019.-

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