Hoy se conmemora un aniversario más de la muerte de mi madre. En un día como hoy ella dejó este mundo de las formas, y yo tuve el privilegio de estar ahí. En un día como hoy, lleno de sol y luz, mi madre dejó de existir en forma material pero no dejo de existir en forma espiritual.
Tu presencia se ha hecho más fina, sutil, silenciosa, pero tu presencia sigue aquí, en las nueves y los árboles. Justo en estos momentos de recuerdo de tu persona, ha surgido la palabra "reconocimiento", que fue justamente lo que comence a hacer poco antes de tu partida. Poco a poco, tuve la suerte de comenzar a re-conocer a una persona que ya conocía, pero ahora volvía a ver a mi madre de otra forma. Como si mirara con una nueva perspectiva, "como las águilas". Una forma de mirar nueva, renovada, inesperada.
Tuve la suerte de volver a ver y a re-conocer, algo que no estaba adecuadamente conocido o que fue conocido pero que ya no expresaba la totalidad de su forma. Por eso la posibilidad de volver a conocer y a re-conocer a mi madre, fue para mi un privilegio y un regalo espiritual de fuerzas grandes y misteriosas. Dejo estas palabras como un gesto de "reconocimiento" a esa mujer, que al igual que otras muchas mujeres, no lograron en vida el adecuado re-conocimiento de quienes les rodearon en este mundo. Para ti mamá, en un gesto aunque póstumo, pero no en vano, dejo este poema como un reconocimiento a tu persona, tu vida y tu caminar. Un abrazo y un beso lleno de amor de tu hijo, que te escribe estas palabras, te "mira", te "reconoce", te "agradece" a través de la distancia infinita e invisible del viento.
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