Estimada Sra. Verónica De Negri, querido Marco Echeverria, Dario Lagos Suárez, y a todos mis amigos de historia compartida. Ayer, inesperadamente, al ver esta bella
fotografía, durante algunos segundos, pensé que el joven retratado en el centro
era el propio Rodrigo Rojas de Negri. Luego se fue ajustando la imagen en mi
mente y de pronto, como en un espejo del pasado, mi vi a mí mismo cuando tenía
21 años de edad. Recordé aquella ropa, aquel rostro fresco y amigable.
Tuve además que respirar varias veces,
profundamente, al comprender que se trata además de una foto tomada por Rodrigo
Rojas De Negri, el joven fotógrafo que junto a Carmen Gloria Quintan impactó
profundamente a mi generación, cuando fueron brutalmente quemados en la vía
pública, en una acción selectiva, premeditada y represiva, cuyo objetivo era el
amedrentamiento psicológico a todos aquellos que en aquella época salíamos a
escribir la palabra libertad en la paredes de nuestra ciudad.
Durante una protesta en Santiago de Chile, 1986. Foto: Rodrigo Rojas De Negri |
Además esta foto me hace tomar nueva conciencia
del “sincrodestino” que de algún modo misterioso me une a mí y nos une a todos
a Rodrigo, ese joven que también tenía un rostro fresco y amigable y que de
algún modo con su muerte, nos hizo salir con más fuerza y convicción a luchar
por esa preciosa pero furtiva amiga que es la libertad.
Personalmente, después del término de la
Dictadura en Chile, he optado por mantenerme alejado de mi país, de las
“cámaras” o famas pasajeras. Sin embargo, en un contexto como la conmemoración
de los 40 años del golpe de Estado en Chile y la exposición fotográfica
retrospectiva del trabajo de Rodrigo Rojas de Negri, no puedo de dejar de
compartir algunas impresiones que surgen de mi corazón.
Por ejemplo quiero comentar que al ver una
y otra vez esta foto me doy cuenta que es un cuadro muy potente porque esta
llena de luz y de Sol. Además habla de un momento en que se estaban abriendo
nuevamente las grandes alamedas.
También, debo comentar que un buen amigo y
compañero de historia, de aquella Historia, , sugiere que el fotógrafo no se
equivoco al tomar esta imagen de un joven dirigente estudiantil que representaría
a toda una generación que luchó.
Yo personalmente creo que, que si en “algo”
esa persona “representa” a una generación es que aquél joven, en ese momento en
que fue captada la imagen, estaba movido por una convicción interna de
desprendimiento, autenticidad y sencillez.
Eran tiempos difíciles, no era fácil salir
a la calle a levantar las manos y ofrecer el rostro y exponerse.
Sin embargo mucha gente lo hizo. Y lo
hacían en forma desprendida, sincera, sin cálculo y pillería. Era una época en
que el actuar social y político de muchos jóvenes que luchaban en contra de la
dictadura, no tenían en la mira una “ganancia o un valor agregado” para un
interés personal, privado. Había menos influencia del narcisismo y el Ego, en
el actuar. El Ego también estaba presente en nosotros, pero no era la fuerza
predominante. La acción estaba más movida desde el interior y estaba en
conexión con algo superior a nosotros mismos.
En ese sentido, me atrevo a afirmar que fotografiado
y fotógrafo, son lo mismo. Porque en aquel entonces la motivación de aquel
joven que aparece en la fotografía y del fotógrafo, estaba movida desde algo
“superior” en el mejor sentido de la palabra. En valores fundamentales y
profundos (también podría decirse, elevados), como la búsqueda de una sociedad
más justa, más democrática, más tolerante, más libre, con más amor.
Si, en alguna medida, el joven que aquí
aparece fotografiado y el que lo fotografió, comparten algo, “representan” o
“simbolizan” a una generación, es justamente en la ética del desprendimiento,
el compromiso social, y la ausencia de “cálculo egoísta”.
Pero el tiempo fluye como el agua y ha
pasado mucha agua bajo el puente, desde aquel momento histórico. Sin embargo este
fragmento de tiempo, ha quedado detenido como una gota congelada gracias a los
ojos certeros del camarógrafo, Rodrigo Rojas de Negri. Aquel joven fotógrafo
cuyo nombre también quedó como congelado, en nuestra mente, por el miedo,
indignación y horror que nos provocó la forma en que dejó este “mundo de las
formas”
Sin embargo, no cabe duda que la vida es
dinámica y misteriosa, y ahora al contemplar tus fotos, que se exponen por
primera vez, todos miramos a través de tus ojos. Si, porque cada vez que tú y
yo contemplamos su trabajo, vemos a través de los ojos de Rodrigo. En este sentido
él sigue aquí. Tú no te has ido, estás y estarás siempre en nosotros y en otros
que vendrán. Tú no estás muerto, estas en el viento.
Consecuentemente aprovecho de agradecerte
a ti Rodrigo, por este regalo que me haces a mí y a mi generación, de permitirnos
mirar a través de tus ojos, para ver lo claro y lo oscuro, lo nuevo y lo viejo
de nuestro caminar. Tu nos permites contemplar, en el reflejo de tu cámara, nuestro
propio batallar, lleno de logros y frustraciones, dolores y alegrías.
En el año 1986, tu muerte física, nos
remeció a todos como un volcán, pero tú no te has ido, ya que en un sentido más
sutil, dinámico y espiritual, tú estas aquí junto a nosotros, hoy 11 de
Septiembre del 2013, volando a un nivel de energía alto y poderoso.
Gracias por permitirnos una vez más mirar
a través de tus ojos, y contemplar “la senda que nunca se ha de volver a
pisar”. Un abrazo sincero desde un tiempo y espacio infinito, en medio de una
multitud que canta con las manos en alto, llenas de esperaza y de Sol.
Vivan los movimientos auténticos.
Victor Labra Holzapfel
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