11.1.12

El poder de la mente


Había un monarca en un floreciente y próspero reino del norte de la India. Era rico y poderoso. Su padre le había enseñado a ser magnánimo y generoso, y, antes de fallecer, le había dicho:

- Hijo, cualquiera puede, por destino o por azar, tener mucho, pero lo importante no es tenerlo, sino saberlo dar y compartir. No hay peor cualidad que la avaricia. Sé siempre generoso. Tienes mucho, así que da mucho a los otros.

Durante algunos años, tras la muerte de su padre, el rey se mostró generoso y espléndido. Pero a partir de un día, poco a poco, se fue tornando avaro y no sólo empezó a no compartir nada con los otros, sino que comenzó incluso a negarse hasta las necesidades básicas a sí mismo. Realmente se comportaba como un pordiosero. Su asistente personal, que también lo había sido de su padre, estaba tan preocupado que hizo llamar a un rishi, u hombre sabio, que vivía en una cueva en las altas montañas del Himalaya.

- Es increíble – se lamentó el asistente ante el rishi. – Es uno de los reyes más ricos y se comporta como un pordiosero. Te estaríamos todos muy agradecidos si pudieras descubrir la razón.

El asistente le pidió al rey que recibiera al rishi. El monarca acepto, pero dijo:

- De acuerdo, siempre que no vaya a solicitarme nada, ¡porque soy tan pobre!

El rishi y el monarca se encerraron en una de las cámaras del palacio. El rey iba vestido con harapos, sucio y maloliente, en contraste con el palacio esplendoroso en el que habitaba. Incluso iba descalzo y ni siquiera lucía ninguna joya propia de un rey.

- ¡Estoy arruinado! – se quejó el rey.

- Pero, señor, eres rico y poderoso – replicó el rishi.

- No me vengas con trucos – dijo el monarca. Nada puedes sacarme, porque nada tengo. Incluso cuando estos harapos se terminen de arruinar, ¿con qué cubriré mi cuerpo?

Y el rey se puso a llorar sin poder impedirlo.

Entonces el rishi entornó los ojos, concentró su mente, y como un punto de luz se coló en la mente del monarca. Allí vio el sueño que tenía el rey noche tras noche: soñaba que era un mendigo, el más miserable de los mendigos. Y, de ese modo, aunque era un rey rico y poderoso, se comportaba como un pordiosero.

El rishi logró, en días sucesivos, enseñar al rey a que dominara sus pensamientos y cambiar la actitud de su mente.

El monarca volvió a ser generoso, pero no consiguió que el rishi aceptara ningún obsequio.

El Maestro dice:

“Tal es el poder del pensamiento. Así como piensas, así eres.
Conquista el pensamiento y te habrás conquistado a ti mismo.”

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