Una vida entera es corta,
y, a veces, muy corta realmente.
¿Y qué sabemos
si la nuestra no será tan corta,
como para que se acabe
a partir de una hora o momento
en que nos determinemos a darnos del todo a Dios?
Sería muy posible,
porque no podemos depender de algo que pasa,
y de la vida, mucho menos, pues no hay un día seguro.
Podemos estar entre aquellos que,
aunque muy sumergidos en el mundo,
tienen un profundo deseo de hacer lo que es justo,
y, alguna vez, cada tanto, nos encontramos al cuidado de
nuestro Señor, y consideramos quiénes somos.
Rezamos unas pocas veces al mes,
aunque nuestras mentes estén ocupada de mil otros asuntos y negocios,
porque estamos tan asidos a ellos, que "a dónde este tu tesoro allí estará también tu corazón".
Necesitamos de vez en cuando, dejar de lado nuestras preocupaciones diarias
y reflexionar sobre el estado de nuestra alma.
Necesitamos retirarnos algunas veces,
de todos lso cuidados y asuntos innecesarios.
La vida es corta.
No puedo depender de algo que pasa.
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