13.11.09

Te recuerdo Victor


Caminando en una alejada y fría tarde en Dresden (Ex-RDA), abrumado por el clima y los miles de problemas que diariamente deben enfrentar uno como extranjero en Alemania de pronto al pasar por una tienda de discos usados, pensé: ¿por qué no?… “a lo mejor encuentro algo de música para alegrar el corazón…y matar el mal de espíritu”. En una de esas hay halgo de música para alegrar el corazón.

Al interior de la tienda, estaba un poco oscuro, como muchos lugares en la vieja Alemania Oriental y ademas porque al comenzar Octubre durante el otoño, en estas latitudes comienzan a avanzar las sombras y la energía comienza a faltar. Había sólo viejos discos usados. Nada de la nueva tecnología como DVD, MP3 o CD modernos. Sólo viejos discos de vinilo…y como yo no tengo “toca discos” como solía tener en Chile, a mi nunca se me había ocurrido entrar en una de estas tiendas de música.

Sin embargo esa día al mirar en los enormes y múltiples estantes llenos de Discos de música Rock Europea, en una esquina y como si él me estuviera mirando de pronto veo como un destello de Luz Solar la imagen familiar de un hermano, o un viejo amigo… a quién veo “Victor Jara”… ese rostro familiar y lleno de vida, amor, fuerza estaba allí en medio de los estantes destinados a Discos de Jazz. Algún alemán habia revendido este disco viejo que hoy todavía se pueden encontrar en casa de mucha gente en Europa que solidarizaba con Chile en la época de la Dictadura Militar.

Recuerdo que cuando era niño aun indocumentado, poco ilustrado y menos civilizado un día escuche en casa de mis abuelos a viarios adultos que hablaban sobre Fidel, Violeta Parra y Victor Jara.

De Fidel recuerdo haber escuchado que vendría a Chile o estaría en el Estadio….esta fue creo yo de las primeras veces en mi vida en que escuche palabras como Cuba, Revolución, Companero y presidente Allende. De Violeta se decie en aquella ocación que era una mujer "fea" pero muy bonita a la vez. Que venía de una familia de artistas, campesinos y folkloristas y que tenía una vos muy “especial”. Que cantaba algo folklórico, popular para gente del campo y que estaba llena de vida. Que cantaba "gracias a la vida" y que poco despues se habia suicidado.

De Victor Jara, lo que recuerdo de aquella conversación, fue que era un cantante popular del pueblo y compañero de la Unidad Popular, que hacia teatro y era amigo de los Quilapayun. En aquel entonces no sabia que Victor Jara poco tiempo despues al morir, volvería de la muerte para seguir viviendo.

Décadas después comprendí que esa conversación en casa de mis Abuelos que, a los oídos de un niño, no tenía nada de especial a parte de estar referida a gente importante o conocida en Chile en la década del 70, tendría una enorme transcendencia en mi propia trayectoria de vida. Mucha más importancia de lo que yo podía en aquel entonces con 8 o 9 años comprender.

Cuando se impuso el golpe de Estado en Chile y el silencio y el miedo se apoderó de las calles, casas y de muchas (pero no todas) familias de mi país. De pronto buscando entre los viejos libros y discos que mis tíos “comunistas” habían dejado en Chile antes de arrancar al exilio encontré muy bien escondidos y llenos de polvo unos libros de Marx, de Lenin, y muchos discos viejos.

Algunos de esos libros o discos eran de los mismos artistas y de gente que yo había escuchado sólo de nombre tiempo atrás cuando todavía solía jugar debajo de la mesa en casa de mis abuelos. Este pequeno tesoro, significó para mi que todavía no salíamos de los ´70 y en plena dictadura, yo estaba enfrente de unos libros y discos viejos y llenos de polvo, pero que eran absolutamente clandestinos y considerados material subersivo: Quilapayun, Victor Jara, Violeta, Daniel Biglietti, Joan Baez entre alguno de los que recuerdo que alcance a rescatar de otros “interesados” y que me lleve escondidos a mi casa.


Yo por supuesto no dije nada… esto era uno de mis primeros "actos ilegales"además en la enorme casa de mis abuelos, que durante muchos años estaba llena de vida, ya no había tanta gente como en el pasado, ya no había fiestas interminables, ni discusiones de política en medio del asado y las garrafas de vino tinto, el ponche y las empanadas. Muchas veces estaba allí solo con mis abuelos y la Fidelina. Por lo tanto, asumí que a nadie le interesaría si yo me interesaba por este “material subversivo” como solían decir en aquel entonces.

Pero si bien en aquel tiempo ya no había tantas fiestas, todavía se hablaba de vez en cuando de Victor Jara. Recuerdo que en vos baja se decía que había muerto en el estadio Chile, que durante el golpe se lo habían llevado de la Universidad Técnica junto a otros muchos y que le había cortado las manos…Como es normal para un niño que escuchaba todas estas historias contadas en vos baja y con tristeza…provocaron en mi un enorme impacto. Nunca sabré si la identificación con Victor Jara se debió a que éramos tocayos, a su destino trágico o porque me gustaban sus canciones como aquella de decía “duerme, duerme negrito que tu mama está en el campo negrito” y que yo escuchaba cuando todavía no tenía ni siquiera idea de quien era el viejo Marx.

Como sea, poco a poco comencé a identificarme con la imagen de Victor Jara, sin saber realmente todavía quién era este músico popular y que rol jugo durante la Unidad Popular. Cuando tenía entre 12 o 13 años tomé la decisión de robarme los discos de mis tíos y formarme una opinión fundad de este cantor popular que ya formaba parte de la “mitología” del golpe de estado del ´73.

A partir de entonces nunca más he dejado de escucharlo y cada vez me sorprende más la calidad y profundidad de su obra. Nunca sabré, y creo que tampoco tiene importancia, si esta identificación con su música y muchos de sus valores, fue el producto del impacto que me produjo como niño su destino trágico, el contenido de sus canciones, el hecho de compartir el mismo nombre, o una combinación de todo eso, a lo cual se suma mi actual convicción de que él alcanzo un alto grado de comprensión espiritual a nivel (intelectual, corporal y emocional) con el proceso político y social que le toco vivir en su país. Victor Jara alcanzo en vida una enorme coherencia en cuanto a su forma de pensar, actuar y sentir, y esta coherencia es una aspecto que en él ha trascendido más allá de su muerte física.

Como sea en aquel entonces, después de salir del internado durante los fines de semana, solía escuchar los discos de Victor Jara. Poco a poco fui aprendiendo cada una de sus letras. Siempre con las ventanas cerradas y en secreto. Era tiempo de clandestinidad y secreto. Era época peligrosa para escuchar música de comunistas, y campesinos subversivos como este cantor popular.

De esta época me queda el recuerdo de los fines de semana, en casa de mis padres, encerrado en mi pieza escuchando a Quilapayun, Victor Jara y Violeta Parra como suspendido del aire, por el miedo y la excitación que me producía escuchar algo prohibido, algo clandestino. La música que yo escuchaba…en aquellas letras se fue esculpiendo en mi mente, mis emociones y mi cuerpo, en cada célula la idea de construir un Chile más justo, más libre, más igualitario, más solidario… eran tiempos de ilusión y de lucha y Victor estaba siempre allí. Esta fue la época en que yo todavía creía en que la historia la hacen los pueblos...los hombres con mayúsculas.

Años después, con la caída del muro, y cuando los exiliados pudieron regresar a nuestro país tuve la oportunidad de regresar a mis parientes del exilio el tesoro de está música del cantar popular que yo había cuidado durante los años de lucha. Por aquel entonces, al aproximarse el nuevo siglo y cuando ya había decidido dejar el hogar y cruzar nuevas fronteras recibí de una buena amiga una tarjeta en mi auto-exilio en Barcelona que decía “Te recuerdo Victor”. Demore un para de años en comprender el doble sentido de aquella tarjeta.


Victor seguía en mi corazón escondido en cada célula de mi ser, aunque su música había quedado en Chile. Sin embargo de pronto en Alemania, en medio de la soledad y el frío nórdico este cantor volvió a mi hogar. Esta vez en forma de CD pirateado, (lo cual en Alemania es muy ilegal)….y tuve la suerte de recibir como regalo de un joven amigo en Berlín, de la generación de jóvenes de la ex RDA que habían crecido con este cantor a miles de kilómetros de distancia, una copia de cuatro CD que compilan algunas de las principales obras de este cantante popular Chileno. Su compañía, durante estos años, ha sido de un enorme valor para seguir adelante en el difícil camino de ser un “extranjero”…, pero acá escucho a Victor y entonces él con su vos lo llena todo. Completa el espacio y el vacío, armoniza la soledad, tranquiliza la nostalgia.

Aquí en Alemania todavía y muchos años después del 73 en medio del ruido del día cotidiano, cuando me preguntan de dónde eres y yo respondo de Chile, entonces mucha gente todavía se emociona al recordar la música de Victor Jara, de Quilapayun, de Inti Ilimani y esa época.

Yo sé que el tiempo ha pasado y que todos hemos cambiado, pero al mismo tiempo con el transcurrir de la experiencia de vida y de los años, yo mismo me he hecho más conciente de la importancia y valor de ese autor que un día en casa de mis abuelos descubrí.

O quizás sean los años de estar fuera de su propio país lo que me ha hecho ponerme más sensible y comenzar a dimensionar el misterio de su música. Cuando de pronto al llegar a un seminario de meditación, en un pequeña ciudad de Alemania de pronto tu vez a una mujer danza … y ella parece como loca… pero de pronto afinas el oído y ¡plop!, reconoces la voz de mercedes Soza que canta “Me gustas cuando callas…porque estas como ausente” y escuchas al locutor de la radio que narra la historia Victor de sus 44 balas y que habla de Pablo…entonces, uno en medio de el silencio y el anonimato de ser un simple extranjero en medio del bosque local, sabe que tiene una pertenencia, un origen, un amigo.

Con los años en el extranjero y toda la perspectiva que me ha dado el vivir lejos de mi propio país y mi familia, al encontrar gente de Irán, Dinamarca, Palestina, Guatemala, Angola, y otros países que todavía “recuerdan a Victor”, entonces uno se da cuenta de que este canto popular, este “Upeliento” tenía algo que decir, algo que narrar sobre su propia historia, sobre su país y su origen social.

En los tiempos modernos en medio de la agitada vida globalizada él me recuerda no solamente que “cinco minutos son una vida eterna” sino que el “canto que ha sido valiente siempre será una canción nueva”.

Cuando estoy solo en medio de la multitud callejera, a veces en medio del ruido y el estrés cotidiano, yo también te recuerdo Victor.


Que gran perdida para nuestro país. Al mirar la historia de alguno de nuestro pequeños héroes chilenos modernos, tan vacíos y plásticos, tú estas lejos de ellos.

Yo te veo allí forjado de madera noble del campo, como árbol de Violeta, pegado a la tierra y haciendo una plegaria al cielo. Cantando un canto libre que se quiere liberar. Para ti y para los de tu talla, que ya han doblado la muerte, quiero decirte gracias por aquellos hermosos momentos que cuando niño me has dado. Y gracias por los momentos de gran altura espiritual que he podido descubrir en tus canciones durante los últimos años en estos rincones del planeta.

No me arrepentiré nunca de haber sacado esos discos de casa de mis abuelos. Como tampoco de haberlos devuelto a sus dueños en su momento, cuando después de lucha y sudor ellos pudieron regresar a su hogar. Gracias a tus enseñanzas he descubierto que una guitarra puede ser más peligrosa que una ráfaga de metralla y que a veces me siento solo como una paloma y que quiero contarte que estoy sólo y que te quiero…

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