12.5.06

La vida de los otros


Sistemas de información y “soplonaje” montados a través de todas las capas sociales y que “controlan” el conjunto de la vida cotidiana. Un montaje tecnológico y disciplinario hecho especialmente para colonizar el mundo de la vida privada y controlar “la vida de los otros”.

Este es el título de una reciente película que relata siniestro funcionamiento durante la década de los 80 de la “Stasi”, la temida y respetada Agencia de Inteligencia de la antigua Alemania Oriental.

Es un relato ficticio, basado en hechos históricos de la vida cotidiana de esa época. Rigurosos y confiables como son los buenos productos “Made in Germany”, este film va narrando el espionaje sistemático de la vida cotidiana de los ciudadanos alemanes de la ex - RDA. Espionaje que recayó por igual en todos los ciudadanos “comunes y corrientes” y no tan “comunes y corrientes” como deportistas, intelectuales, profesores universitarios, científicos, artistas, o cualquier individuo capaz de pensar en forma independiente y ser por ello potencialmente “peligroso” para el sistema.

Por eso no debe extrañar, por qué hoy después de 17 años de caído el muro del Berlín en la antigua RDA todavía la mayoría de la población adulta reacciona con mucha cautela miedo y tristeza al tratar de recordar su reciente pasado. La gente prefiere no hablar directamente sobre el tema. Y muchos todavía tienen miedo de hablar con el vecino sobre sus verdaderos pensamientos y opiniones políticas.

Aquellos que vivieron los 18 años de la dictadura en Chile, comprenden muy bien lo “peligroso” que es hablar con el “vecino” cuando se tienen puntos de vista diferentes y se vive bajo una dictadura.

Y en este punto, sorprende la similitud de la experiencia alemana y chilena en cuanto al “modus operandi” de los organismos de inteligencia política, montados por los regímenes autoritarios de ambos países en la misma década de los ´80. Dos modelos autoritarios de signos totalmente opuestos.

Todo debe funcionar en orden y precisión, pero “este no es un asunto de tener emociones positivas o negativas. Es un asunto de cumplir bien la tarea. No se nos paga para pensar o sentir. Se nos paga para observar e informar la posición el enemigo”. Este es el valor supremo por el cual trabaja y se mueve el eficiente funcionario de la Stasi que ocupa el rol central en el film; “Nuestra tarea es ser pacientes – sostiene él, ante sus alumnos de la Stasi –y no detenernos hasta quebrar la resistencia del sospechoso.”

Al igual que en el reciente film sobre el “Hundimiento” del Nazismo, en este film se puede ver una vez más cómo la “Eficiencia Alemana”, una de las principales fortalezas de este pueblo, se transforma al mismo tiempo en una de sus principales debilidades.

Porque de tanta eficiencia y precisión la Stasi terminó por generar en la Alemania Oriental un clima psicológico y un comportamiento social parecido a lo que ocurrió en Chile con la CNI en tiempos de Pinochet.

El paralelo entre la CNI y la Stasi, no tiene por objeto polemizar o ignorar las evidentes diferencias históricas que existieron entre ambos sistemas, sino que situar el tema central de la película: el poder autoritario-totalitario sin control ni límites y en dónde unos pocos sujetos corruptos, desde el poder central, pueden llegar a manipular y a determinar el destino de cada uno de los miembros de la sociedad, incluido sus propios agentes de inteligencia.

Además, cuando los sistemas de inteligencia e información adquieren mucha fuerza y son dirigidos por personajes inescrupulosos y corruptos como los “Camaradas de Primera Clase”, que se manejan bien en las esferas del “Poder”, hasta los sistemas más democráticos del mundo corren el riesgo de convertirse en totalitarios.

Por eso hoy, y con justificación, cada vez más intelectuales en Europa e incluso Estados Unidos ven con preocupación el creciente espionaje electrónico que los países del Norte ejercen en forma masiva sobre sus ciudadanos, con el pretexto de controlar la “amenaza terrorista”, del mismo que en el pasado los comunistas lo hicieron para controlar la “amenaza burguesa”.

Una paradoja de la post-modernidad: al mismo tiempo que los sistemas de gobierno democráticos occidentales dan enormes posibilidades para la libertad de pensamiento y acción a sus individuos, gracias a la nuevas tecnologías también pueden controlar cada uno de sus pasos, con el consiguiente riesgo de que un determinado “pensamiento u acción” pueda ser considerado un comportamiento desviado del sistema y por lo tanto potencialmente “peligroso”.

Que el régimen político de los antiguos comunistas en Alemania era autoritario es un tema en el cual la mayoría de los intelectuales y expertos alemanes hoy están de acuerdo. En lo que existe aún debate es si ese autoritarismo fue la “necesidad histórica” de una transición hacia el socialismo a través de la “Dictadura del Proletariado” o más bien la prolongación de una ocupación territorial e ideológica que impuso el Stalinismo, sobre la población civil del castigado territorio alemán ocupado por el Ejercito Rojo después de la guerra.

Pero más allá, de esta discusión, respecto de si este autoritarismo-totalitario en la ex-RDA era de corte alemán o ruso, o una combinación de ambos estilos. Lo cierto es que durante décadas los ciudadanos alemanes que vivían del lado oriental del muro, fueron sistemáticamente observados y atemorizados. Según datos oficiales, hoy se sabe por que además de los 13.000 agentes de la Stasi destinados a tareas de seguimientos había alrededor de 170.000 otros ciudadanos que actuaban como informantes no-oficiales de los servicios de seguridad.

De hecho la historia que es narrada en la película, guarda una enorme similitud con los hechos de la vida cotidiana de aquellos años y la experiencia vivida por miles de personas.

Mirando esto en perspectiva histórica y teniendo en cuenta todo el control social y político que los organismos de Estado ejercieron sobre sus ciudadanos, no es de extrañar que todo el bloque soviético se haya desplomado como un viejo edificio que es convertido en escombros en pocos segundos y que la mayoría de sus ciudadanos piensen y sientan hoy en una dirección diametralmente opuesta a las ideas de su reciente pasado “comunista”.

Por ejemplo, cuando le pregunté a un alemán “común y corriente” de aquella época, ¿Por qué actualmente hacia un trabajo no profesional siendo una persona evidentemente inteligente y calificada? me respondió que no había podido terminar sus estudios. “Cuando era estudiante fui detenido una semana por la Stasi por mostrar conductas poco sintonizadas con el espíritu social de mis camaradas.” Me explico sin pasión ni apego con el pasado.

¿Pero qué paso, luego?, insistí. Respondido, fríamente: “fui re-ubicado, re-socializado por el gobierno a través de cursos especiales. Pero no pude seguir estudiando. Me adapté a la situación, declaré que todo el “comunismo era correcto” y conseguí un trabajo en una fabrica. Porque en esa época todos tenían que tener un trabajo, todos tenían que trabajar. Mal que mal éramos una sociedad de trabajadores.”

Para salir de esa situación, él al igual que otros de miles de alemanes, en lo que era una práctica común en aquella época, además de tener que firmar varias declaraciones de sus “malas conductas” tuvo que firmar otros cuantos documentos “comprometiéndose a corregir sus malos pensamientos” y a “ofrecerse” como informante de cualquier otro tipo de irregularidad que él observase.

Después de la caída del muro, al mismo tiempo que la ciudad de este estudiante, recuperaba su antiguo nombre, Chemnitz, el perdía su trabajo y dejaba de pertenecer a una sociedad de trabajadores. Pero este hombre que hoy tiene 57 años, finalmente recuperó su libertad individual para dedicarse a su jardín y destinar su tiempo libre a comprar y vender acciones por Internet sin sentirse culpable por ello. Porque según él lo sostiene hoy “mi problema con la Stasi fue que en aquella época tenía demasiado pensamiento y vuelo propio”.

Ellos, los emprendedores, ya sea que tengan ideas de izquierda o derecha son “peligrosos” para los sistemas totalitarios, porque en última instancia son libres y no pueden ser controlados ni amenazados por los sistemas de seguridad, lo cual es unas de las premisas básicas de sustentación de ese tipo de sistemas de poder.

Por eso el control total debe llegar a todos los rincones, incluso al interior mismo de los propios organismos de seguridad.

Pero el caso del agente de la Stasi que se verá en el film, quién es un tuerca del engranaje, cuya tarea es espiar “la vida de los otros”, y que termina por desarrollar empatía emocional con la vida de esos otros, abre una ventana de esperanza a través de la cual podemos ver los matices entre el blanco y el negro de estos nefastos sistemas de control totalitario.

Además esta historia también nos muestra que a pesar de lo fuerte y dominante que puedan llegar a ser estos sistemas de espionaje y represión, existe siempre un espacio de libertad individual y de esperanza a través del cual con coraje y valor personal se puede reparar, aunque sea en parte, el error cometido.

El caso de este agente de la Stasi, nos hará recordar también en Chile, la experiencia de otros muy pocos, pero importantes agentes de la CNI, que también finalmente terminaron por sentir empatía con sus víctimas y que ayudaron a terminar con esa red del miedo en la cual ellos mismos estaban enredados. En última instancia este film está dedicado a ellos.


Victor Labra-Holzapfel

Escrito durante un día de primavera, viajando en tren desde Alemania Oriental hacia Alemania Occidental. 28 de Abril del 2006.

Más información sobre el film en: http://www.movie.de/filme/dlda

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