28.9.15

¡Bienvenidos a Alemania! Willkommenskultur (Artículo 1/10)

En las últimas semanas ha habido en Alemania una enorme explosión de solidaridad con los refugiados que vienen huyendo de la guerra, la persecución política y religiosa, la pobreza y el hambre. Esta euforia, sin embargo, pronto se puede transformar en frustración y conflicto interno. Debido a problemas operacionales para enfrentar la avalancha de refugiados y resolver en forma efectiva las necesidades de esta nueva población.

Una de las complicaciones es la falta de alojamientos adecuados para los recién llegados, especialmente con miras al invierno que ya se avecina y los altos costos en los cuales están incurriendo las comunas y países de este Estado Federal. En diversas ciudades y lugares ricos y poderosos como Munich, el sistema de asistencia social se encuentra sometido a una enorme presión que está poniendo en crisis todo el aparato asistencial. Al punto que autoridades y agentes de gobierno han comenzado a hablar de un colapso del sistema. De hecho en la estación central de Munich se registraron 130.000 refugiados en Septiembre del presente año.
 
 

Foto: Portada Diario Semanal "Die Zeit". 6 Agosto 2015. Aquí se ve a una familia Irakí camino a Alemania. El diario die Zeit publicó esta foto para enfatizar una posición y una actitud de Bienvenida de las familias refugiadas que han llegado a Alemania. Se puede ver en la actitud de los niños y los adultos, de la foto, que la situación para ellos no es nada de fácil. Desde el punto de vista de la psicologia de la migración, la mayoría de las personas que están llegando a Alemania, sobre todo de las que vienen zonas de guerra (Irak, Siria, Afganista) llegan con un alto grado de traumatización por la experiencia vivida. Situación que no será fácil de afrontar para la sociedad y las autoridades alemanas. 

No obstante las dificultades, por el momento es claro que para muchos ciudadanos alemanes, esta explosión de solidaridad y su actitud hacia una “cultura de bienvenida abarca todas las capas sociales. Convirtiéndose en un fenómeno de masas, y en una respuesta honesta y espontánea frente a una tragedia humana que se vive en el medio y lejano oriente, pero que ahora comienza a golpear muy cerca. Además, esta positiva acogida de refugiados del mundo árabe, expresa la visión optimista, y postmaterialista, de quienes creen que a la larga, Alemania, saldrá favorecida con la llegada de nuevos inmigrantes y la consolidación de una sociedad interétnica en este país.

La acción solidaria del pueblo alemán, ha encontrado, especial eco en los jóvenes y en el mundo universitario. Los estudiantes, se han convertido en voluntarios apoyando a los recién llegados, repartiendo ropas, alimentos, medicamentos, o cumpliendo funciones como traductores o ayudantes en primeros auxilios. Este accionar solidario de toda la población, ha sido tan importante que las autoridades de gobierno, local y central, reconocen que sin esta ayuda, la crisis de la administración pública y la capacidad de respuesta del Estado alemán, habría sido sobrepasada totalmente. Por eso no es casual que el Gobierno alemán, en un golpe de timón, se haya visto obligado a controlar nuevamente las fronteras, con el objetivo de desacelerar la llegada de extranjeros y permitirle al gobierno y a la administración pública un tiempo para respirar y de ese modo organizar y poner mayor orden a la llegada masiva de refugiados.

El lado duro de la cultura de bienvenida en Alemania

En el polo opuesto de la solidaridad, también se observan cada vez más grupos conservadores de extrema derecha populista, anclados en pensamientos nacionalistas, que rechazan cualquier actitud de bienvenida. Para estas personas la llegada de nuevos inmigrantes, representa un peligro y una presencia indeseada. Según el punto de vista de estas personas, cualquier tipo de extranjero, es una amenaza para la integridad económica, cultural, social y étnica de su país. Lo cual no deja de ser un problema importante para la sociedad y la política alemana de los próximos años. Sobre todo en un contexto donde hay un creciente proceso de globalización y crisis de las identidades de todo tipo. Y en donde, una población indecisa, pero también afectada por la inseguridad y el miedo que provoca la globalización, comienzan a sentirse interpretada por el discurso nacionalista y oportunista de la extrema derecha alemana y europea.

Algunos grupos neonazi ya han salido a las calles a protestar y a rechazar la presencia de los refugiados, usando la violencia verbal y física para intimidar y amenazar a los recién llegados. Fenómeno social que es especialmente fuerte en la región oriental de Alemania. Es decir en lo que antiguamente representaba la RDA (República Democrática de Alemania). Este problema es ya de larga data en la zona oriental de Alemania, donde los grupos neonazi son mucho más agresivos y políticamente organizados que en la región occidental del país. Se estima que la tendencia más dura de la extrema derecha alemana se ubica en la antigua Alemania comunista debido al aislamiento al que fue sometido la población de este país en la época de la guerra fría.  

Además la población de Alemania Oriental, no tuvo la oportunidad de viajar y tener contacto con otros grupos culturales en el mundo por lo tanto su experiencia intercultural es muy nueva. Además la crisis de identidad social que sufrió esta zona de Alemania Oriental, al término del sistema comunista, ha tenido consecuencias negativas en muchos ciudadanos que se consideran perdedores de la globalización. Desarrollando ellos mismos o sus hijos, un marcado sentimiento anti-extranjero. De hecho muchos jóvenes de la región oriental de Alemania, cuyos padres fueron proletarizados durante la época comunista, han terminado en movimientos de extrema derecha, movidos principalmente por frustración y rabia derivado de las profundas transformaciones que han tenido que vivir ellos o sus familias desde el término del comunismo.

Dentro de este contexto social, lo cierto es que con tanta euforia mostrada por ayudar y socorrer a los damnificados, las imágenes de neonazis gritando y quemando casas para refugiados, prácticamente han desaparecido de las noticias locales e internacionales. Ahora, movimientos sociales, como los surgidos en Dresden, que proclaman una defensa patriótica en contra la islamisación de occidente (Pegida) ya no llena los titulares de los periódicos, sino que es la imagen de solidaridad y entusiasmo por ayudar y socorrer a los damnificados.

Sin embargo, todos en Alemania saben que existe una corriente subterránea y digital, que está provocando una creciente polarización de muchos jóvenes y adultos alemanes que se comunican y adhieren, a través de Facebook, Youtube o Twitter, hacia formas cada vez más radicales de populismo de extrema derecha. Este fenómeno, no ha pasado inadvertido para el gobierno, ya no deja de ser una amenaza real para el contexto interno en Alemania. Es decir, se teme que la radicalización de sectores sociales hacia formas más duras de extrema derecha puede transformarse en un movimiento más masivo aun y en un sólido de la cultura e identidad social que en el futuro no será fácil de disolver.

La postura del gobierno alemán. Poner el foco en lo positivo

Entre estas dos grandes orientaciones, los que defienden la idea de un Willkommen y los que defienden la idea de un Nicht willkommen, hay una enorme masa de ciudadanos alemanes, en todo el espectro socioeconómico y sociocultural, que todavía no tienen una posición clara y que por lo mismo son un espacio a ser disputado, por las corrientes democráticas y no democráticas, en los próximos años.

Por lo pronto, el gobierno de Merkel, ha optado pragmáticamente por hacer frente a esta crisis de refugiados, enfatizando las oportunidades y no en los riesgos. Es decir, el discurso oficial reitera que la llegada de nuevos inmigrantes, representa una oportunidad para Alemania, dada la enorme necesidad de mano de obra en el sector industrial. Por eso para el gobierno de coalición, formado por los social cristianos (CDU/CSU) y socialdemócratas (SPD), lo importante es guiar el eje de la discusión actual hacia un foco positivo. No hacer referencia a lo negativo de la polarización de la ciudadanía, reacciones violentas de grupos de extrema derecha, y miedo y estrés frente a futuros conflictos interculturales, sino que destacar la necesidad y urgencia de nuevos inmigrantes para el país. Priorizando por aquellos cambios que faciliten la integración de los refugiados en el sistema de salud, educación, trabajo y cultura de la sociedad local.

Por lo tanto se trata de hacer entender a la opinión pública alemana, que la inmigración puede ayudar a este país a hacer a los problemas que generará en el futuro el cambio demográfico. Especialmente debido a las bajas tasas de natalidad y el envejecimiento de la población alemana. Dos factores que esta provocando consecuencias muy negativas en el mercado laboral, la economía interna y en todo el sistema de protección social alemán (seguros de empleo, pensiones, salud).

En consecuencia, desde el punto de vista del Gobierno, la sociedad local debe aceptar, le guste o no le guste, que necesita para su futuro la llegada de nuevos inmigrantes. Es decir, nuevos niños, jóvenes y adultos que contribuyan en la economía, el progreso social, material y cultural de Alemania. Principalmente, por esta razón, los refugiados son ahora “Bienvenidos”.

La Willkommenskultur que le ha permitido al gobierno y a sectores de la economía mostrar una imagen más blanda, humana y solidaria frente al mundo. En especial, luego de haber sido fuertemente criticados como duros, inhumanos e insensibles frente a la crisis económica que afecta a Grecia y a otros países Europeos.

Las expresiones de alegría y apoyo ante la llegada de nuevos extranjeros, también le ha permitido a la elite intelectual, económica y política de Alemania, mantener el foco de atención de la prensa en el lado dulce o chocolate de la realidad. Es decir, en las expresiones de amistad, generosidad, humanidad frente a las victimas de la guerra, sin tener que tocar en profundidad, las causas que han originado a esas guerras. Por un lado, el fracaso internacional de las políticas de desarrollo en los llamados países del tercer mundo, con inversiones millonarias durante décadas, y por el otro, los enormes volúmenes de dinero que Alemania y otros países industrializados generan a través de la venta de armas en regiones altamente conflictivas y en muchos países donde gobiernan regimenes corruptos, autoritarios y antidemocráticos. La venta de armas y los intereses económicos ocultos, en muchos de los lugares en crisis, es un tema casi tabú y que es raro de escuchar en los debates públicos y políticos en Alemania.

Este clima de entusiasmo y solidaridad, ha mantenido, además a los políticos locales ocupados en ayudar a los refugiados y sin tener que dar explicaciones respecto a la incapacidad de los gobiernos occidentales, especialmente USA, Europa y Rusia de resolver el conflicto en Irak, Siria, Libia e Irán y que está provocado la desestabilización total de la región y la expansión del autodenominado Estado Islámico que sigue expandiéndose y consolidándose peligrosamente.

Escepticismo entre algunos antiguos inmigrantes

Este grupo radical (cortador de cabezas), autodenominado IS, posee una identidad religiosa y cultural cada vez más sólida, y esta provocando una catástrofe humana que los espectadores europeos ya se estaban acostumbrando a ver a través de Internet y la Televisión. Pero ahora el fenómeno de la guerra con todas sus miserias comienza a llegar en vivo a sus propias calles, escuelas y hogares. Por esta razón, también se produce un clima de escepticismo y preocupación en algunos extranjeros, que llevan tiempo viviendo en Alemania, y que conocen de cerca la guerra y la pobreza. Algunos de ellos se preguntan hasta qué punto estas reacciones de solidaridad de la llamada Willkommeskultur, tendrá la capacidad de transformarse efectivamente en una estructura social, legal y política en Alemania, capaz de asegurar una convivencia interétnica, mutuamente tolerante, de largo plazo y no en un fenómeno pasajero.

Este punto de vista, crítico y escéptico, lo expresan algunos inmigrantes de larga data en este país, que son concientes, por experiencia propia, de algunas de las dificultades que ha tenido la cultura local para integrar a varias generaciones de inmigrantes que llegaron a Alemania, como trabajadores invitados, a partir de la década del ’50 y ‘60. Algunos de estos extranjeros que llevan más de una década en Alemania se preguntan: ¿cómo van a integrar ahora a un millón o más de nuevos extranjeros si ya en el pasado, la cultura alemana, ha tenido dificultades importantes (legales, políticas y de identidad social) para integrar a inmigrantes de primera, segunda e incluso tercera generación? Sin duda Alemania, sobre todo en la última década ha hecho avances importantes en materia de integración, sin embargo el desafío de la integración cultural, de las nuevas minorías étnicas en el país, será uno de los temas que ocupara, irremediablemente al gobierno y a la sociedad durante las próximas décadas del siglo XXI.

Por el momento lo que sí se puede afirmar con relativa seguridad, es que como suele ocurrir con estas reacciones de euforia y solidaridad colectiva, luego de un tiempo relativamente corto, el entusiasmo, la curiosidad y el encanto por el extranjero suele diluirse en el aire.

Esto es así porque si bien es un hecho que determinados acontecimientos, nacionales e internacionales, extraordinarios y puntuales, como catástrofes naturales o humanas (incluso eventos deportivos como un campeonato de football) son capaces de liberar y canalizar profundos estados emocionales colectivos. También es un hecho de que una vez que dichas emociones de amor, empatía o compasión, que estaban reprimidas, son liberadas, poco a poco, el individuo y el grupo social, comienza a cambiar su estado emocional. Pasada la fase de encantamiento, de regreso en la vida cotidiana con sus rutinas y su automatismo, comienzan a disolverse aquellos vínculos emocionales, que parecían, por un instante, como algo sólido y duradero. Estamos, por lo tanto, frente a fenómenos masivos pero poco duraderos. Por esta razón es plausible sostener, que la llamada Willkommeskultur, tal como ha ocurrido en otras ocasiones se disolverá, inevitablemente, y será llevada por el viento.

Frente a la pregunta de si ¿Alemania logrará integrar culturalmente a sus nuevos ciudadanos extranjeros? La única respuesta posible es: ¡Es de esperar! Porque la propuesta (y apuesta) del Gobierno de Merkel demorará dos o más generaciones antes de poder ser contestada.

Dresden, Septiembre 2015

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